Lo que empezó como una simple electiva se convirtió, al menos para mí, en una parte fundamental en mi vida. Nunca antes había practicado un arte marcial, en el colegio acostumbraba a hacer deportes como voleyball y básquet pero jamás otra actividad que no fuese un simple deporte.
Ha sido corto el tiempo que hemos tenido para practicar pero he aprendido mucho. Primero que todo tuve la oportunidad de conocer personas diferentes a mí, con otros puntos de vista, con carreras diferentes y maneras distintas de expresarse, y que al final nos congregamos todos en un sólo equipo, casi como una familia.
Como futura psicóloga, el karate me parece que debe ser vital en la vida del ser humano, porque además de tener una parte física elemental para su desarrollo, también incluye elementos culturales que son de suma importancia para quien lo practica. Más allá de un mero deporte, no sólo nutres el aspecto físico de tu cuerpo sino también el intelecto lo cual es importante para llegar a la autorrealización misma del ser.
También considero un aspecto relevante, el conocer nuevas culturas ajenas a la nuestra. Cada país tiene un estilo de vida, una forma de ser determinada; el mezclar nuestra cultura con otra como por ejemplo la japonesa, es sin duda impresionante y a la vez espectacular, que todos a pesar de vivir en un mismo planeta tengamos maneras de pensar tan diferentes y es interesante esto porque descubres las múltiples formas que poseen los seres humanos para relacionarse y conservar su cultura, también el cómo ven la vida, sus costumbres, su idioma, entre otros, todo un cúmulo de historia que se ha mantenido intacto a través de los tiempos.
Sin duda, ha sido una experiencia maravillosa el haber escogido este arte marcial durante este trimestre porque me ha dejado mucho como persona, he aprendido técnicas que me han permitido tener cierto control sobre mi cuerpo, me ha ayudado a catalizar mi energía de manera productiva, ha alimentado tanto mi mente como mi alma y si tuviese la oportunidad de seguir con el karate-do, no lo pensaría dos veces.
Quiero agradecerles muchísimo a mis compañeros con los cuales compartí muy buenos momentos como por ejemplo, la clase en el que fabricamos armas con bambúes y también la presentación que tuvo lugar en la feria de la Universidad Metropolitana; por último, y no por eso menos importante, al sensei Darwin Rojas por enseñarnos lo que es hacer algo de corazón con verdadera pasión por ello, lo que significa apreciar y conocer otras culturas, el ver la vida desde otros puntos de vista, el hacernos ver y vivir la belleza de practicar un arte marcial como lo es el karate-do.
María Fernanda Angulo.
Estudiante de Psicología